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En la década de los 80, Japón dominaba la industria global de semiconductores, acaparando el 50% del mercado mundial con empresas como NEC, Toshiba y Fujitsu a la cabeza. Sin embargo, con el tiempo, la competencia de Taiwán, Corea del Sur, Estados Unidos y Alemania relegó a Japón a un segundo plano. Hoy, el país del sol naciente ha puesto en marcha un ambicioso plan para recuperar su antigua gloria en el sector de los chips, invirtiendo más del 0,71% de su PIB en esta industria, una cifra significativamente mayor que la de otras potencias tecnológicas.
El plan de Japón se basa en una combinación de inversión interna y alianzas estratégicas. Un elemento clave ha sido la colaboración con TSMC, el gigante taiwanés de semiconductores, que está construyendo una planta en Kumamoto, con una inversión de 8.600 millones de dólares, y ha anunciado una segunda instalación con una inversión de 20.000 millones de dólares. Esta planta no solo fortalecerá la producción de chips en Japón, sino que también contribuirá a dispersar la producción global, reduciendo la vulnerabilidad ante tensiones geopolíticas.
Las empresas japonesas también juegan un papel crucial en este renacimiento. Tokyo Electron, respaldada por subsidios del gobierno, está desarrollando tecnologías avanzadas para la fabricación de obleas de chips, mientras que Rapidus Corporation, en el norte de Japón, se enfoca en la producción automatizada de semiconductores de 2 nm para aplicaciones de inteligencia artificial. Este enfoque en la automatización podría reducir el tiempo de entrega de los chips en un 66% en comparación con los líderes actuales, TSMC y Samsung.
Además de las inversiones directas, Japón posee una ventaja estratégica en la manufactura de materiales esenciales para la producción de chips. El país controla casi el 100% del mercado global de materiales recubridores y de enmascaramiento utilizados en la litografía EUV, y domina el mercado de procesamiento de resistencias y manejo de obleas. Estas fortalezas, combinadas con el apoyo gubernamental, posicionan a Japón para competir nuevamente en la vanguardia de la industria de semiconductores.
En resumen
En su ambición por recuperar el trono, Japón no solo busca asegurar su propio suministro de chips, sino también convertirse en un exportador clave en Asia. Con una inversión total proyectada de 67.000 millones de dólares, el país se prepara para enfrentar los desafíos de una industria en constante evolución, con el objetivo de triplicar sus ventas actuales para 2030 y reafirmar su lugar como líder global en semiconductores.